Me gusta la forma de tus labios, el roce de tus dientes con los míos, morderte sin querer, tus pestañas. Me gusta cuando sonríes y se te forman las arruguitas al lado de los labios, remover tu pelo, tú mirada, el color de tus ojos. Me gusta que me susurres al oído, sentir un nudo en el estómago cada vez que me abrazas y reírme a menos de un milímetro de tu cara. Me gusta que te brillen los ojos cuando cuentas algo que consideras emocionante, tu cuerpo entero, cada uno de tus huesos y tus manos. Me gusta mirarte fijamente sin que te des cuenta, tus gestos y las mil tonterías que se me ocurren contarte siempre. Me gusta que intentes ser mejor, morder tu espalda, hacerte maldades que esconden amor, lo impulsivo que eres,
escuchar tu voz, tu risa. Me gusta tu personalidad, que me pidas un beso, tu ternura, escuchar tu respiración, tus abrazos enormes. Me gusta que me mires, tu simpatía, tus besos. Sí, me gustan tus besos, tus mejillas… Todo eso me gusta y seguramente me olvido de algo. Pero sí, me gusta todo de ti. Todo.